Feliz día del amigo, Freundes Tag o como las plazca!

Como no podía ser menos (dónde se ha visto un blog lleno de saludos al autor del mismo por el día del amigo donde el honrado no hace un post conmemorando ésta fecha), acá los saludo.
Nah, joda. Tenía pensado postear pero no encontré el momento en todo el día y, debo ser sincero, no me gasté en preparar algo extenso, y de haberlo hecho hubiera sido un esfuerzo inútil. ¿Qué mejor que las palabras de Víctor para explicar la amistad? No tiene ningún sentido escribir otra cosa cuando alguien ya se ocupó de poner en su blog palabras tan justas.
Sólo puedo reafirmar lo que él dice, coincidir en que la amistd es lo que nos permite tener un dejo de esperanza en un mundo hostil y egoísta, hacer fáciles los días más difíciles, sentirse comprendido y especial, y, aún mejor, sentirse especial junto a otro: ser compañeros, ser cómplices, depositar confianza, manejar códigos. Tengo a la amistad como un valor muy fuerte, ya que fue la que me permitió superar tiempos difíciles, madurar, ser quien soy y regalarme momentos muy gratos que llevo grabados en mi memoria.
No necesito hacer menciones realmente extensas, ni explícitas ni implícitas a los destinatarios de éste mensaje, porque todos saben bien quiénes son. Sólo me queda desearles un buen porvenir, pedirles disculpas por mi larga lista de errores pasados (faltas de madurez e incomprensión, y el haber traicionado la confianza en una ocasión) y saludarlos con motivo de un día que, marketinero o no, no deja de ser un hecho positivo.
Feliz día!

feliz dia


ehhhhhhhh, que te pensas! yo no puedo ser menos.
feliz dia, chaval. sos groso (sabelo)

Me alegra mucho que estés superándote en cuanto a tus obligaciones laborales. Creo que la vida te está devolviendo toda ésa fuerza que pusiste cuando te golpeó con los problemas de tu papá. Sos una grandísima persona y te deseo lo mejor con éste blog (que espero que nunca lo abandones). Te mando un gran abrazo y nos vemos muy pronto...

Berretines estúpidos

En éste último tiempo por motivos tanto económicos como mentales me lanzé a la búsqueda de trabajo, preferentemente en el sector informático, ya sea como técnico, sujeto de help desk, programador de coordenadas de misiles balísticos intercontinentales o cualquier otra cosa que me mantuviera limpio, bien pago y relativamente sano.
El problema, sin embargo, era la presencia, lo cual limitaba mis posibilidades de éxito. Tengo mi propio gusto en ropa, pero son el estilo y la presencia verdaderas prioridades para mí, y mucho menos acepto que mis decisiones al respecto se vean subyugadas a los caprichos de una persona o el gerente de un negocio (otra de las razones por las que odio los boliches, aparte del hecho de que no me resultan en absoluto atractivos, es la segregación que hacen los dueños de los mismos con sus caprichosos requisitos -zapatos, jean, etc, etc, etc-), pero desgraciadamente ésta tendencia es algo contra lo que no puedo luchar, y una de las razones por las que en un futuro alterno me volvería un líder malvado y autoritario con el único objetivo de arrancar la estupidez de cuajo de éste suelo, entre tantas otras cosas horribles que no tiene sentido expresar ahora. Pero basta de mis delirios de poder y grandeza, y vamos a los hechos.
Mandando CV's a distintas empresas, llegué a ponerme en contacto (en primer término) con ASGATE Systems. El día de la entrevista, a sabiendas de lo importante de la presencia para éstos sujetos, pero falto de pantalón de vestir, zapatos y traje, fui como de costumbre, o sea, con mis eternos pantalones, buzos, zapatillas y camperas negras, que dicho sea de paso es lo más sobrio que concibo, y lo que más me gusta.
Al entrar a la pequeña (pero pujante, o eso me dijeron) empresa, me encontré rodeado de sujetos de camisa y corbata, que me miraban extrañados, lo cual es natural. La secretaria me invita a tomar asiento en la sala de conferencias, para esperar a el entrevistador/gerente de RR.HH./gerente general/vaya uno a saber qué, que seria el que hablaría conmigo.
El sujeto estaba vestido de igual modo que sus compañeros, sólo que con saco. Con la pinta que tenía (tipo moreno, pelo corto, casi al ras), la voz y hints de mi sexto sentido, me formé la idea de que quizá el tipo era discretamente homosexual, pero creo que fue culpa más de mi sexto sentido (muy falible) que de otra cosa.
Luego de un par de preguntas simples acompañadas de otras improcedentes, la típica perorata empresarial de la necesidad angustiosa de jóvenes pujantes y con voluntad (Vamos Equipo!) y una idea vaga de las condiciones de trabajo (unos magros $650 por mes por 9 horas diarias, brindando soporte e instalando en empresas el soft que venden), me largó un lapidario "Mirá que acá te vas a tener que venir con traje", señalando algo entre mi estómago y mi ropa. Creo que se refería a lo segundo.
Luego de escuchar promesas de ser llamado si les fuera útil o no (cosas ambas que nunca sucedieron), me fuí del lugar, consciente de que me iban a pagar una miseria, pero también consciente de que era mejor que mi trabajo actual (honrado pero complicado bicicletero de la apacible zona residencial de José León Suárez -Pdo. de San Martín-, hogar de borrachos tiempo completo, rateros hijos de mamá, capos de la droga locales-wannabe que amenazan con prender fuego para luego robar y dealers que hacen gala de la más vulgar de las opulencias).
Desilusionado de ésto y a falta de nuevos llamados a entrevista, seguí con mi rutina, aunque ahora armado de un saco que me queda chico e hice estirar un poco en la parte de los brazos (a simple vista no parece chico, pero sí al, por ejemplo, flexionar los brazos, valga la redundancia), tres pantalones de vestir que hice achicar (mucho) y alargar (un poco), un par de zapatos de cuero, una camisa vieja pero en buen estado y un pullover de bremmen, bremmer o como sea.
Debo reconocer, sin embargo, que siempre me atrajo la idea de usar traje alguna vez, no como costumbre sino por simple curiosidad. Además, antes que eso prefiero las gabardinas solapadas (como las de los soldados de guerras mundiales, se las conoce como "sacos de campaña" o "trenchcoat", y lo más similar que conozco en la actualidad son los sobretodos, aunque éstos último son más gruesos, o eso parece).
A raíz de un nuevo llamado, me hice con los zapatos antes mencionados y empezé a probarme la ropa, que para mi suerte me queda bien. Asesorándome un poco con mi hermano acerca de cuestiones "de etiqueta" (yo no le pedí ayuda, más bien el empezó por motu propio a explicarme), me vine a enterar de la existencia de montones de berretines (amo ese tipo de palabras: berretín, monigotada, mercachifle, etc) estéticos y formalismos estúpidos que suelen tener las personas: hablando con ellos y pensando si usar saco o no (no sabía si iba a necesitarlo), mi madre me dice "no, no entres con el saco al lugar y te lo saques porque queda mal", a lo que yo le contesto "Eh? Por qué?", y sólo recibí un "es así", como respuesta. Muy convincente. Y no, no estoy siendo sarcástico. También me hablaron de montones de otras pavadas del estilo, que no puedo recordar ahora.
Pues bien, ¿en qué demonios piensa la gente? ¿Son realmente importantes ése tipo de formalismos estúpidos? Mas allá del traje, que fuera de ser una tradición inamovible, no es algo tan objetable, ¿Es necesario tener las manos fuera de los bolsillos, adoptar una postura "X" o evitar tener el saco en un brazo? Pues bien, supongamos que no son éstos requisitos que crearon los empleadores, sino que se alimentan de las necesidades de sus clientes: ¿Somos tan imbéciles? ¿Acaso es necesario comentar "que chico desarreglado" después de ser gentilmente atendido por un recepcionista?
Muchas veces pienso que todo éste tipo de idioteces forman parte de algo mucho más grande. Si bien es más arraigado, es tan viejo como la injusticia, y eso me lleva a un punto un poco más volado, pero al que otro tipo de contactos con el mundo me han llevado. Ponemos pavadas, fetiches y berretines de toda clase por delante de lo que es realmente importante, aunque sobre eso ya me expresaré en un futuro.
Sé que suena renegado (no voy a negarlo, lo soy), pero aún así, me gustaría leer opiniones.
Pero fuera de mi pequeño impasse pseudofilosófico, debo contar cómo me fue en la entrevista de hoy, y debo decir que muy bien. Las condiciones de trabajo son muy buenas: 6 horas diarias, con 2 francos rotativos por mes (hete aquí el único inconveniente, habrá meses enteros en los que me tenga que levantar temprano un domingo, por ejemplo), un muy buen sueldo y, aún mejor, no hay requisitos respecto a mi presencia. Dado que mi tarea sería la atención y soporte telefónicos a clientes de Arnet, la presencia poco importa, lo cual es muy coherente. Luego de llenar una planilla con datos, enterarme de lo que acabo de comentar y contestar un cuestionario para medir mi aptitud, me largué del edificio. Por cierto, creo que tengo serias chances de entrar, dado que eramos sólo dos postulantes.
Me puse a dar vueltas por las librerías de usados de Corrientes, buscando modelos a escala 1/72 de aviones de la Segunda Guerra Mundial, como el JU-87 Stuka, sin éxito.
Así que debo decir que me encuentro muy bien por el momento.
Au revoir!

¿Le daré uso?

Bienvenidos por segunda (o tercera, si cuento el "guarda que vuelvo" de Junio del año pasado que, como era de esperarse, terminó en nada) a mi humilde blog, ahora aggionardo y con nuevo nombre: Disertaciones Insolventes. Espero no hacerle honor, aunque lo más seguro es que falle.
Razones varias existen para mi regreso, pero la más importante de todas es que quiero que lean toda la basura, piensen que es buena y me adulen por eso, así me siento bien conmigo mismo y sigo escribiendo. Un círculo vicioso de la felicidad, al menos de MI felicidad.
Y no esperen que escriba algo ingenioso, porque no se me ocurre!


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